Amorro

"Jóse" y "Mígue" (que no José y Miguel), son dos hermanos de la Isla de San Fernando, enamorados de su tierra y del mundo del vino y su elaboración. Ambos cambiaron la carrera de química por la de enología, se fueron a recorrer mundo para aprender (California, Chile, Nueva Zelanda, Italia...) y luego volver a su tierra a darle forma a su sueño.

De este sueño nació su primer vino: MAHARA, con 91 puntos en la guía Parker; Ahora, dos años después y con el éxito obtenido con su primer proyecto, deciden crear un nuevo vino: AMORRO.

Su elaboración de manera artesanal con uvas propias de la tierra, "en todas partes han aprovechado las especies autóctonas y les han sacado el máximo rendimiento, y nosotros pensamos que en Cádiz hay variedades, aparte de la palomino a las que no se les está sacando el partido que nosotros pensábamos que se les podía sacar”, dice Jóse. “Con variedades foráneas se pueden hacer buenos vinos pero nos gusta decir que eso es como un japonés cantando flamenco, que puede cantar muy bien, pero no es lo mismo que si lo hace un gitano de las Callejuelas”.

El gitano de las Callejuelas, el que “ha mamao eso” es la variedad autóctona, plantada en un suelo, aclimatada a un clima y que expresa un sitio. “Esa es nuestra intención a la hora de hacer un vino. Porque de lo que se trata es de que el vino diga por sí sólo de dónde procede”. Pero para conseguir ese resultado, lo primero y principal es “ser poco intervencionista en la elaboración y poco maquilladores en la crianza”.

Esta es la filosofía de los "hermanos Mahara", como empiezan a ser conocidos.

Cuenta esto al servirlo: cuando les pregunto por el nombre del vino me dicen que lo bautizaron así porque "es como se bebe en la bodega" explica Jóse.