En Grecia y Roma, los dioses del vino eran muy reverenciados por sus poderes embriagadores y afrodisíacos; en el mundo clásico el vino se asociaba con el amor y el disfrute carnal, pero también con el sosiego, el reposo y el alivio.
El vino se ha introducido e integrado en la cultura de todas las civilizaciones en las que ha estado presente, por lo que ha servido como una forma de expansión cultural: por ejemplo, los romanos plantaron viñedos por toda la Europa Mediterránea.
Incluso, existe una leyenda de cómo Dionisio, el dios griego del vino, (conocido en Roma como Banco) conquistó Asia hasta la India, acompañado de un ejército de músicos y bailarines que danzaban y ofrecían vino.
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